ANGELSALCEDO.COM.VE - La actitud es lo más importante que llevamos puesto, es nuestra vestimenta en la vida. En el siguiente texto, haré mucho énfasis en el tema de la actitud, que por cierto es lo que nos ayudara a resolver la vida que nos tocó que al final nos permite que la vida sea más fácil, nosotros la hacemos difícil, todo pasa por la actitud negativa o positiva.
La actitud es la fuerza que nos permite ser felices, sin embargo a menudo hacemos lo imposible por ignorarla. Gracias a nuestra actitud positiva, podemos comprender que no hay límites y que no tenemos por qué sentirnos desbordados por las circunstancias.
No tenemos por qué tenerle miedo al cambio. Los cambios en principio son oportunidades, nuevos comienzos, nuevos rumbos. El cambio de actitud negativa a positiva puede marcar una gran diferencia. Puede convertir una situación difícil, en superable, y una circunstancia dolorosa en una oportunidad para fortalecerse.
La actitud que empleo cada día en mi trabajo, en mi carrera, con la que me relaciono con el mundo, es definitivamente mi esencia, mi impronta y me define como ser. Por eso defino que la actitud lo es todo. Yo tengo claro que debo vivir y disfrutar cada día, pensando en que formo parte de algo más grande y esta en mi actitud aceptarlo.
Levántate cada mañana teniendo claro que tú eres el dueño de tu actitud, que ésta sólo depende de ti y que la actitud con la que afrontes cada decisión profesional y personal es la que te va a ayudar a alcanzar tus pasiones y tus metas. Tú eres el dueño de tu actitud y es ésta la que te permitirá lograr tus pasiones. Al final, igual que en la historia, pregúntate ¿Que tipo de actitud estoy aplicando para obtener lo que merezco?
Muchos de mis lectores me dicen ¿Angel tu eres cruel o acido?, yo les contesto con certeza: Soy realista por que no han visto o vivido lo que yo en sentido. Aunque me falte ver mas, por que la vida todos los días te da motivos para seguir viviendo.
A veces les preguntaba a mis alumnos si el vaso está medio lleno o medio vacío. Por lógica recibí dos respuestas, algunos decía que esta medio vacía, si era así lamentablemente su actitud es negativa y obvio si dacia que esta medio lleno eran de actitud positiva, pero… no significa que estaban perdido, ya que el vaso de agua tiene misma cantidad de agua, pero algunas unas personas la ven de una forma y otras de otra. No es cuestión de “realismo”, es cuestión de cómo afrontas la vida, en fin es de tu actitud de la que hablamos. Pero lograba que mis alumnos entendieran mi forma de ver, era lo más sano para ellos.
No importa lo que nos traiga la vida, lo único que importa es cómo lo afrontes. Ir de víctima no te va a ayudar. Así que si algo realmente merece la pena es la actitud, o sea TU actitud. De cómo afrontes hoy tu vida profesional o personal, con qué mirada ves el mundo que te rodea. Es así de simple, es el 100% de tu actitud que al fin y al cabo lo es todo.
En las redes siempre hago énfasis en la actitud, de hecho, tengo mi propio hashtag (#actitudymentepositiva) que por cierto me ha funcionado, por que lo uso como mi mantra diario entre otros que tengo, mi crecimiento persona-profesional es centrarme en adquirir conocimientos y en desarrollar habilidades para aumentar mi valor como individuo de este planeta.
Entre mis lecturas, encontré una explicación de Víctor Küppers que indica que las personas somos como bombillas, porque todos transmitimos sensaciones y captamos las sensaciones que transmiten los demás. Sin embargo, aunque todos transmitimos, no todos transmitimos lo mismo. Lo defino como gama de colores, algunos son azules, otros blancos y hasta rosas. Mientras que algunos seres proyectan un poderoso haz otras no llegan a iluminar con la intensidad suficiente como para ver o directamente están fundidas.
Leyendo las teorías y escritos de Küppers encontré una formula muy simple para poder poner esa luz en línea y armonía con el mundo, en lo particular yo la uso, y es así: “V = (C + H) x A”, donde “V” es el Valor,”C” los Conocimientos, “H” las Habilidades y A la Actitud. Küppers no desprecia la aportación que los conocimientos y las habilidades al valor de las personas. Para él, estos factores suman. Pero la clave para que conocimientos y habilidades se vean reflejados en el valor proyectado es la acción multiplicadora de la actitud.
Aldous Huxley decía que “No es lo que te ocurre, es lo que haces con lo que te ocurre”. Esta frase me da a entender que cuando las cosas van mal, muchos se aferran al desánimo, la resignación y la apatía. Pierden la ilusión, la alegría y el entusiasmo. Se resignan. Pero algo debemos tener claro, la actitud se puede trabajar para evitar en hundirnos en ese abismo negativo. Es lógico que todo el mundo tiene derecho a vivir sus propios dramas. Pero una cosa es vivir un drama y otra muy distinta es tener problemas.
Cuando la inercia de lo negativo gana poder, es cuando más necesitamos ese ejercicio de reflexión, de manera que nuestro campo visual no quede reducido a lo que no ha salido como esperábamos, como queríamos. Pero eso lo defines tu, esta en ti el transformar tu forma de ver el mundo, es según tu óptica, si lo quieres ver oscuro, ten claro que no veraz la luz, como dice una frase conocida, al mal tiempo buena cara.
Estamos en una sociedad negativa, cuantas veces hemos escuchado quienes te dicen “tú no vales, tú no puedes o tú no mereces”. Pero nuestra actitud representa un porcentaje muy importante de la capacidad de influencia que tenemos sobre lo que nos sucede al alrededor, así que no lo hagas, no permitas que te roben tu mejor traje. Tu mereces los mejor.
Algo que llama sin duda la atención de muchos de los libros de autoayuda que encontramos en la actualidad, es que intentan orientarnos hacia el éxito, hacia ese triunfo exterior donde tarde o temprano seamos reconocidos por los demás por nuestro potenciar, por nuestras aptitudes y capacidades. Ahora bien, cabría matizar: más que “éxito externo” lo que ansiamos alcanzar es calma interna. Un detalle notado por mi es que esos libros no lo dice en realidad.
La aptitudes suman, no hay duda, demostrar que podemos hacer bien una tarea concreta es muy gratificante, es cierto. Sin embargo, lo que “multiplica” son las actitudes, porque son ellas las que marcan la diferencia entre un buen día y un mal día, son ellas las que nos confieren optimismo cuando todo está en nuestra contra, ellas las que nos permiten creer en nosotros mismos cuando otros osan empequeñecernos como personajes de Lilliput.
“Yo Sí valgo, yo SÍ sé hacerlo y yo Sí merezco” son sin duda esas tres raíces que deben nutrir nuestra actitud cotidiana, esa con la que deberíamos desayunarnos cada mañana con nuestra arepa y un sabroso café. Pero lastimosamente a veces es donde esa mentalidad negativa, derrotista o incluso tóxica de algunas personas que nos rodean pueden sin duda debilitar ese enfoque dorado hasta volverlo tormentoso…
Tristemente se convierte en un circulo vicioso por que educamos a nuestros niños para que sean competentes en ciencias, en matemáticas, en el uso de la tecnología e incluso en el lenguaje de la programación, pero se nos olvida enseñarles a tolerar la frustración, a gestionar sus universos emocionales, sus rabias, sus tristezas…
Nadie nos explica qué es eso de las actitudes, o cómo se hace aquello otro de “creer en nosotros mismos”. No lo sabemos porque lo único que nos han enseñado en el colegio es a saber identificar el sujeto y el predicado de una frase, a sacar el mínimo común múltiplo o a creer que basta con ser bueno, respetuoso y sacar buenas notas para que la felicidad aparezca por sí misma, como la promesa a un contrato que firmamos desde bien pequeños.
Pero más tarde que temprano descubrimos que nuestras buenas intenciones no bastan para que llegue el éxito. Nos damos cuenta de que si alguien no cree en nosotros nos apagamos como una vela vencida por un viento frío.
Con el tiempo descubrimos que nuestra sociedad tan falsamente avanzada nos ofrece una buena educación, pero posterga nuestras oportunidades sumiéndonos en una sala de espera donde nada llega. Y allí, nos juntamos con otros que también aguardan, otros que nos contagian sus esperanzas desnutridas, su derrotismo reciclado, su autoestima vacía de cortar y pegar ideas de crecimiento sin llegar a la acción.
A veces creemos que es muy tarde por que estamos infectados por el desánimo y la pasividad, nublados por una mente que se ha dejado llevar por el piloto automático de la negatividad ajena. Al final es claro que la actitud no es más que una decisión personal.
Sea como sea, lo que sí debemos tener claro es que la actitud es un valor personal en el que trabajar a diario. La actitud es un Compromiso en nosotros mismos y en nuestros propósitos, en esas metas, valores u objetivos que nos son valiosos. Que para alcanzar un sueño, para lograr ese propósito preciado debemos asumir el control sobre nuestra propia realidad, sobre cada cosa que acontece. Si nos equivocamos la obligación por rectificar es nuestra. No pondremos sobre otras personas responsabilidad alguna, asumiremos siempre una actitud activa, positiva y valiente.
En definitiva nuestras actitudes son un desafío constante y que no es nada imposible y menos difícil potenciarnos para el crecimiento, es una decisión persona que nos ayuda en el ámbito profesional. Hay que ver estas pruebas como desafíos de los que aprender para invertir en nuestro crecimiento personal, en nuestro equipaje de vida, ahí donde sentirnos auténticos protagonistas del propio bienestar logrado.
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