ANGELSALCEDO.COM.VE - La vida está llena de puntos y aparte pero es necesario verlo desde una óptica positiva, porque un adiós es una etapa que se acaban y que dejan marcas a su paso que te llenan de interrogantes, dudas y miedos.
Pero no lo veamos como algo doloroso, enfoquemos nuestra visión a una nueva oportunidad de comenzar algo bien, siendo mas precavido, cauteloso, que simplemente es una fase de la vida que tendrá hay cosas buenas y malas. Que te deja con un aprendizaje que por ende te deja más sabio.
Pues bien, para poder decir adiós de corazón a las distintas etapas de la vida debemos aprender a echar la vista atrás y sonreír ante todas aquellas pequeñas y grandes cosas buenas que nos han ocurrido. Ten por seguro que existe más positivismo que negativismo.
Iniciemos por agradecer a todas aquellas personas que te han ayudado con pequeños detalles o grandes gestos a ser más feliz, más positiva o más alegre. Todas esas personas se merecen un ‘gracias’ por haber tomado una pequeña parte de su tiempo para dirigirte una palabra amable, un abrazo o una charla constructiva.
En la vida no hay nada más importante que mantenerse positivo y feliz, y para ello muchas veces necesitamos ayuda. Mantén el contacto con todas estas personas por que así harás las pases con tu pasado y quedaras lleno de una paz interior. Además no vale la pena vivir amargado, te aseguro que la vida es una sola, nunca saldremos vivo de ella.
Todas las etapas nos hacen más fuertes. Seguro que habrás aprendido mucho durante todo ese tiempo, habrás reído y llorado, te habrás sentido la persona más feliz o la más desgraciada… Pero te pasara lo que te pasara seguro que ahora eres más fuerte. Después de esta experiencia que hoy acaba, mañana serás capaz de enfrentarte a cualquier cosa.
Hubo una etapa de mi vida que nunca me atreví a decir adiós. Y no hacerlo es dejar una ventana abierta al dolor, a la desilusión y al desencanto. Como dice una celebre frase “La esperanza es lo último que se pierde”, pero si la causa está perdida, es mejor dejar ir, respirar hondo y soltar.
Decir adiós a quien te rompió el corazón. A quien te desgarró el alma. Al que dices “hasta luego” porque es mejor sentir dolor que no sentir nada. Y es que ese frío en el pecho te aterroriza. Te desnuda. Te tira al suelo y sientes que quedaste en millones de pedazo. Porque ni te planteas decir adiós. Crees que tus sentimientos sólo pueden ser una variación de esos estados. O fuego o frío. Porque no conoces otra cosa. Porque no te han enseñado a sentir diferente y porque no te has atrevido a decir adiós.
Pero llegará. Cuando aprendas a decir adiós de verdad, con todas sus consecuencias, aprenderás a aceptarlo, en ese momento comprenderás justamente lo que vales y porque no fuiste por ese otro ser. Allí tu alma quedará libre para dar bienvenidas a alguien que de verdad lo merezca. Poco a poco aprenderás a decir adiós al que se aprovechó de ti, de tu amistad y de tu confianza. De quien te vende por menos que nada. Adiós a esas personas que hoy están aquí y que mañana se van con el sol que más alumbra. Que buscan estar a la sombra de otras personas, porque son incapaces de irradiar luz.
Esas personas interesadas, egoístas, y tristes. Ésas son las que se merecen tu adiós. Pero el que lleva tilde y punto final. Rodéate de gente que también aprendió a decir adiós, porque con ellos tendrás la certeza de su amistad. Han sufrido, han llorado, y han dejado ir. Saben lo que quieren, y lo que es más bonito, te quieren a su lado. Con tus rarezas, con tus manías, pero te quieren a su lado.
Tu círculo se reducirá, pero no cambiarás a ninguna de esas personas que lo forman ni por todo el oro del mundo. Dicen que los amigos son la familia que elegimos. Di adiós al que no puedas llamar hermano. El miedo a la soledad a veces nos empuja a poner puntos suspensivos. Quizá por eso mantenemos relaciones a lo largo de nuestra vida que ni aportan, ni te hacen crecer, ni te completan.
Con tanto ruido, los sentimientos los escuchas con interferencias, como si se tratase de una radio vieja mal sintonizada. Escúchate. Aléjate del ruido. Tu tiempo es valioso. No lo malgastes con personas que no lo merecen. Aprende a decir adiós. Libérate de esas cadenas y haz espacio para nuevos recibimientos. Porque como bien dice el maestro Sabina: “Para decir con Dios, a los dos nos sobran los motivos”.
Para concluir, te digo una frase muy cierta que dice “las cosas pasan por algo” y en verdad tiene mucha realidad. Las despedidas siempre tienen un propósito, aunque al principio no lo podríamos entender. No te cierres a las oportunidades que te brinda la vida de dirigirte a un futuro mejor. Claro que es difícil dejar atrás todo, pero nunca imposible, siempre recuerda que las mejores cosas están por suceder y esta en tu decisión aprovecharlas o dejarlas ir, son tus decisiones las que define tu forma de vivir…
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